ENTREVISTA 17 – 26/05/2019
LILIANA MAJIČ: “ Un rompecabezas con piezas dispersas por todos lados”
POETAS WHATSAPPEADOS. Ciclo de entrevistas de Poetas del Interior (PdI)
Generando DESDE el interior…
Lili Majič, su nick en las redes, es un ser de esos, especiales que transmiten candidez y ternura por los ojos y que saben como hacer que te derritas ante ellos con argucias entusiastas y auténticas. Pero no nos engañemos (y ciertamente no es mi intención engañar a nadie) Lili es todo eso, sí, pero también es mucho más. Ella tiene la dulzura de la creatividad, el ángel particular que tienen quienes nos cautivan con su inteligencia, pero Lili no es ningún fenómeno Kitch o Naif, Lili es fuerte, combativa, rebelde con causa y no se la verá caer fácilmente ante una injusticia o hacerse la desentendida ante una condición de vulnerabilidad. Liliana Majič es peleadora, revolucionaria y difícilmente reducible. Ella pelea con lo que tiene y con lo que puede y no quedará inerte. Por lo pronto pelea con sus letras salvaje, con su discurso y con su alma poética a pleno.
POETAS DEL INTERIOR: ¿Quién es Liliana Majič?
LILIANA MAJIČ: ¡Wow! Uy, qué difícil. Qué difícil esa respuesta. Bueno yo ya pasé el medio siglo y me sigo haciendo la misma pregunta. (Se ríe) Soy un rompecabezas parece. Con distintas piezas de distintos lados… esteeee… y me estoy rearmando recién ahora. Eso es. Un rompacabezas.
PdI: ¿Cómo empezó tu relación con la escritura?
L.M: En realidad siempre estuve relacionada con la escritura, desde chica. Que lo que yo supongo es porque no hablaba castellano. En mi casa se hablaba en croata. No tengo registro o me imagino yo mucha dificultad porque tuve algún momento de mi infancia donde devoré libros. Es como que no entendía muchas cosas que pasaban a mi alrededor y empecé a leer, a leer, a leer y a escribía. Después lo tuve postergado mucho tiempo, hasta que quedé embarazada de mi hija. Mi tercer hija, ¿no? que es la última. Y en ese embarazo donde yo me tomé una licencia, me puse a repensar un montón de cosas retomé la escritura pero como algo para trabajar. O sea me dije, “Bueno... si lo que yo quiero hacer es escribir, voy a escribir”.
PdI: ¿Lo utilizaste como una sanación en algún momento o fue simplemente impulso?
L.M: Supongo que tiene mucho de sanación porque en definitiva siempre somos relatos de nosotros mismos, todo es un relato. Pero también es una búsqueda. Yo siempre digo que para mí escribir es como respirar. No sé… es la vida misma la escritura. Por ahí, bueno… yo lo pongo en palabras o lo busco en palabras, otros lo pondrán en otro arte pero no puedo vivir sin eso y me interesa más este proceso, digamos, este compartir, este devenir que el producto mismo ¿no? (N. de R. La nota se hizo en el contexto del 4to. Encuentro de poesía itinerante con la presencia de varios poetas nacionales e internacionales). Esteee… es la vida misma, es la vida misma, es como buscar… porque esta sociedad de consumo, este capitalismo, etc. para mí banaliza todo, banaliza el tiempo, banaliza la profesión, banaliza la persona, entonces más la poesía que la narrativa, digamos… que la poesía no es comercial, a nadie le importa y por eso es un espacio de tanta libertad que me parece que ahí yo encuentro lo que más… eeehh… no sé cual sería la palabra… no sé si es lo más verdadero pero ahí me encuentro con los otros, me encuentro al otro en la poesía.
PdI: ¿Te animás a hacer, sucintamente, un resumen de cómo ha sido tu derrotero por las letras desde tus inicios? Libros, actividades literarias, formación, etc.
L.M: Claro, bueno, mirá… dos itinerarios puedo marcar, uno que tiene que ver con esta búsqueda de la palabra que es de la infancia, que una vez me felicitaron en la escuela por un poema que había escrito para primavera, no sé, ese es mi primer registro que yo era rechiquita (se ríe). Después, en la universidad, que yo estudié en los ochenta, después de la dictadura, encontré tanta libertad, me encontré en la Universidad o sea me encontré con gente como yo. Ahí tuve una época donde hacíamos muestras de poesía, de literatura, de arte… Bueno, yo estudié periodismo en La Plata, en la Universidad de la Plata, y soy de Comunicación, entonces tuve una parte de creatividad, ponele, no sé, de lecturas, de intercambios, de un montón de cosas. Después eso quedó rezagado, por el trabajo, qué se yo, no sé por qué, y bueno, esto que contaba ¿no? Después me casé, tuve mis hijos. Con mi hija, que ella me dice que los poetas somos todos unos fracasados (se ríe) y yo le digo, “pero vos tenés la culpa de que yo escriba”… ahí me dije, bueno si lo mío es la escritura, vamos a hacerlo más, no sé si... profesional, pero me lo voy a tomar en serio para mí mismo, ¿no? Y tengo tres libros publicados, pero las publicaciones son todas producto de un trabajo de grupo. Yo hice taller literario en Berazategui con Diana Albornoz que es re amiga mía y hacíamos, hacemos, un ciclo literario que se llama “El Tetra Brik Literario” que va variando; vamos, venimos, etc. pero sigue, Ahora con Elisabeth Cincotta que es otra poeta de mi zona, hice taller con Laura Yazán que fue de las primeras que me acerqué, que me gusta mucho y bueno, después tengo mi formación, porque soy docente, entonces tengo esa formación. Ahora quisiera hacer otro tipo de taller, pero digamos, ahora me lo tomo como un trabajo que por ahí en otros momentos de la vida fue esa búsqueda de la corrección o de la libre expresión o no sé. Hace unos años la escritura se convirtió en un trabajo.
PdI: ¿Cómo en un trabajo exactamente?
L.M: Y, busco mucho lo que quiero decir. Es una búsqueda permanente de la síntesis, ¿no? Porque escucho… por ejemplo, no sé, en “Los Ojos de Darwin” hay muchas conversaciones con otros y los versos finales del libro es de una conversación que escuché . Entonces, vos escuchás acá, allá, qué sé yo, pensás, no sé uno vive en su propio mundo y hacés una síntesis… este… y es eso. O sea para mí la poesía nos humaniza, o el arte. Es como el lado… rescatar la parte más humana, más sensible y más piola del ser humano, no lo peor del ser humano, si no buscar lo mejor de él, que también es búsqueda, esa síntesis.
PdI: ¿Te interesó alguna vez o fue un movilizador para escribir, buscar premios, reconocimientos o lo tuyo pasa más por lo que te genera a vos como persona la poesía?
L.M: No, no… para mí es la vida misma. La verdad no me he presentado en concursos, no lo tengo… que también son estrategias. Por ejemplo hay una poeta muy buena de Avellaneda, también de la zona Sur, Raquel Fernández, ella se presenta a todos los concursos para publicar. Tampoco se la cree y es excelente. Yo nunca, la verdad, no sé si me interesa, por ahí tendría que hacerlo, que sé yo. Me preocupa más el cotidiano, me preocupa más la obsesión a la palabra (se ríe) y eso que soy de pocas palabras, o sea mi escritura es de muy pocas palabras. Pero lo que a mí me fascina es esa búsqueda. Por ejemplo en mis libros todos tiene como un concepto y aparte uno descubre cosas de uno mismo y también como te atraviesa todo lo demás. Te pongo un ejemplo, en Argentina es muy importante todo el movimiento feminista, un día me invitan a leer a una movida feminista y yo digo: “Ay ¿qué tengo escrito?” Todo lo que tengo escrito es feminista, porque empecé a mirar para atrás y eso también estaba en mí, o sea, yo también estoy atravesada por toda esa búsqueda como mujer y está en mis libros… es eso, a mí lo que me fascina es vivir. Yo conocí un poeta que me decía que hay que vivir en estado de poesía. Y yo digo, eehh ¿Cómo es eso? Todos vivimos en estado de poesía y me gusta eso, vivir en estado de poesía permanente, como de búsqueda, como mirar la vida como la punta de un iceberg, como que hay mucho por develar, no quedarse con lo aparente.
PdI: Conversando con vos noté que en Argentina pasaba lo mismo que nos pasa a nosotros con la centralización y la poesía lo siente y lo resiente mucho más. ¿Cómo sobrellevan esa situación allá?
L.M: Ay, no sé es muy extraño porque (piensa) yo no soy una persona a la que inviten a leer mucho, por ejemplo. Pero a mí no me quita el sueño. Yo tuve una discusión recientemente con una persona que me decía que yo buscaba figurar y me causó mucha gracia porque para mí pasa por otro lado. Para mí la escritura es una experiencia colectiva. Si bien yo en mi casa termino sola escribiendo, para mí es colectiva porque es la conversación que vos tenés con otros que escriben, la conversación que vos tenés con la gente en la calle, es la búsqueda y nadie construye nada solo. Somo seres sociales, o sea que por más que vendan el individualismo, etc. para mí todo lo que uno hace es producto del compartir. Y Bueno, y después es como todo, así como tenés médicos que compiten entre sí, tenés poetas que compiten entre sí, por premios, por ver quien hace más ciclos, por quien se ve más, quien se saca más fotos pero bueno, cada uno tiene… todo me parece válido, digamos. Pero bueno, yo sigo mi camino.
PdI: Exactamente de dónde sos, Lili?
L.M: ¿Yo? Vivo en Berazategui que es la mitad de camino entre La Plata y Buenos Aires. Soy re porteña, aunque yo siempre digo que soy re negra de Varela (carcajadas) que no se me nota pero soy re negra de Varela. Yo nací en La Boca, mis abuelos vivían en un conventillo.
PdI: ¿Tuviste biblioteca de chica?
L.M: Mirá, eh, yo vengo de una familia de campesinos, de trabajadores, yo soy primera generación que va a la Universidad. No tuve en ese sentido incentivo familiar, pero sí eran lectores. O sea mi papá leía todos los días los diarios, era un tipo que estaba informado, se me facilitaban los libros. Yo quería libros, me llenaron de libros. En ese sentido y en la curiosidad también es lo que tengo de mis padres.
PdI: ¿Tu pasión por escribir podemos decir que viene tal vez por ese lado familiar, entonces? Sobre todo por el hecho de que no te dijeron nunca que no.
L.M: Claro, nadie me dijo que no, es verdad. Igual, te digo, cuando yo decía que iba a seguir estudiando mi papá me decía “Ay… ¿para qué? si te vas a casar y vas a tener hijos” (risas). Mi primera rebelión digamos, contra el patriarcado fue estudiar. Sí, no sé de dónde pero mis viejos digamos sentían esa limitación y entonces por un lado incentivaban eso, pero la verdad que no… o sea, yo creo que es la obsesión esa por no comprender, o sea, yo no registro haber pasado malos momentos por no entender pero yo empecé la escuela y hablaba veinte palabras en castellano. Entonces lo que yo supongo, que también lo vi en alguna terapia, es que claro, necesitaba ponerle nombres a las cosas, necesitaba buscar palabras y debe ser por ahí, no sé. Porque tengo una obsesión con la palabra.
PdI: Hablame de influencias. Siempre alguien nos movilizó, de chicos, de adolescentes, autores que nos marcaron.
L.M: Si, vos sabés que mi mamá escuchaba Serrat y con Serrat yo llegué a los poetas españoles, a Machado, etc., etc. y como que eso fue lo primero… Celaya, toda esa honda, como que por ahí empecé. Después en la adolescencia me marcó muchísimo un cuento de Oscar Wilde, El Ruiseñor y la Rosa, pero yo era chica, tenía trece o catorce años y escuché ese cuento que lo leyeron por radio, el negro Guerrero Marthineitz, me fascinó y bueno, me atrapó el tipo con su lectura pero cuando terminó ese cuento me mató.
NOTA DE REDACCIÓN
Esta entrevista doblemente accidentada quedó trunca por matices tecnológicos insalvables y el corazón me dio un vuelco por todo pero especialmente por Lili que se merecía un mejor final. Luego intenté rehacer la entrevista para darle un cierre. Lili, gentilmente me respondió tres preguntas más y volví a perderlas por problemas con el celular que me borró las grabaciones. Entonces, decidí rescatar esta parte central de la entrevista que igualmente, y por suerte para todos, es muy jugosa y sustancial, también. Seguramente quedamos con más ganas de Lili Majič pero quien sabe, quizás ahora después de este retorno de las entrevistas logremos hacer otra y saldar esa deuda personal con ella (Esta vez con mayor recaudo de las grabaciones, por supuesto).
Gracias