Todos somos parte de un
mundo atomizado
Pertenecemos al mismo cenicero
Todos somos ceniza del
mismo volcán despierto
Nos valemos de
metáforas, nos comemos unos a otros
Como zánganos
desiertos.
Acumulamos semillas de
sueños en bolsillos imaginarios
Nos creemos defensores
de títulos que nunca obtuvimos
Y blandimos diplomas
que no ostentamos en bares de poca monta.
Somos crueles,
mezquinos, blancos y asesinos,
Nos gusta jugar, hacer
jugar, jugarnos por vos.
Tenemos fríos, calores,
liendres y cubos de hielo
Repartimos armas,
cariño y empanadas de carne cruda
Raza cruda, fiel,
infiel, inescarmentada
Alma nodriza de caminos
emplumados, de ritos satánicos
Al dios difuminado de
la ignorancia.
Somos calma, serenidad
y afrenta
Tenemos en nuestros
huecos regiones inexploradas
De recuerdos
inexplorados, en cuentos inacabados
Y supimos componer
febriles obras de apocalipsis rancias
Nenúfares empolvados,
querubines de porcelana
Osamenta de cristal,
trampas de barro…
Y una mediocre plenitud
de espacios mustios
Nos ganó el desplante
Una hora antes de
retirarnos a dormir
Con nuestros enemigos.
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