“Le teníamos un miedo horrible porque sabíamos que estaba solo”
de “La Náusea” de J.P. Sartre
Qué ganas desesperantes de arrancarme los ojos
los buitres están adentro
se alimentan de sangre de carroña
las nefríticas mentiras de tantos miedos
se despatarra el enigma de cada día
se apelmazan las tripas del viento
cada instante se arruina con novelas
de cinco pesos.
Me pinto la cara con tus aceites
soy tu heredero, tu perro solitario
el grito hundido en el marasmo
de la gripe de verano
la constipación ridícula de cada madrugada.
Somos tan dos, cada uno
de nosotros.
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