ENTREVISTA 2 – 23/02/2017
LILIÁN TOLEDO FULCO: "EL OTRO LADO DE LA LUZ"
POETAS WHATSAPPEADOS. Ciclo de entrevistas de Poetas del Interior (PdI).
Inquieta, curiosa, rebelde, combativa, amiga, feminista, una larga lista de características que hacen de Lilián una mujer a ser atendida, escuchada. Camina de la mano de la poesía, tanto como coordinadora de talleres, o como creadora, asida de la astucia, de la impronta independiente, contradiciendo y contraponiéndose a dudas y a rechazos en este mundillo absurdo acaparado por unos pocos que se creen “elegidos”.
POETAS DEL INTERIOR: A modo de presentación, ¿Quién es Lilián Toledo?
LILIÁN TOLEDO: Todavía voy siendo... Nací en los inicios de los '60, pasé por un país con dictadura, me sentí obligada, o convocada a hacer algo para cambiar esa circunstancia. Lo hice. Estuve detenida, conocí a mucha gente muy respetable, con muchos errores, con muchos límites y con mucho para dar. Ahí me enseñaron la técnica, con profesoras, con Sonia Fossatti, que falleció hace unos años, Profesora de Literatura, excelente persona. Con ella en las tardes de siesta en la barraca me dedicaba su tiempo para enseñarme a escribir poesía, a hablarme de distintos autores. Nací en el Cerrito de la Victoria, ese es el escenario. Mi viejo trabajó en C.U.T.C.S.A. toda su vida, más de 40 años. Tuve tres abuelas, tengo muchas amigas, muchos amigos, una nueva pareja, una hija que nació de una pareja anterior, elegida, querida. De mi madre heredé el amor por la lectura, sentir que un libro siempre es un misterio por desvelar, siempre un oráculo, casi.
De mi vieja también, siempre muy cuidadosa y respetuosa, aprendí el valor de la palabra escrita. Ella me escribía cartitas cuando quería transmitirme algo relevante. Por eso valoro la palabra cuando es escrita con cuidado o con dedicación y creo que siempre tiene que transmitir algo. No solo la forma sino el para qué y el para quién, siempre el otro está presente en lo que uno escribe. De ahí, de esa síntesis, es que yo empiezo a intentar escribir poemas leyendo a Idea Vilariño, a la generación del '45. Y yo diría que no son poemas todavía, van siendo, también igual que yo, que son, sin duda sí, decires necesarios. A partir de los 30, con otros profes, compañeros de camino, de Paysandú, amigos de Víctor (Dantaz), me animé a empezar editar. A los 50 edité el primer libro, “Versos Transgresores”, pero los papelitos de mi vieja, esos que guarda, dicen que escribo desde los 18 por lo menos. Así que cincuentona, feminista, militante, que escribe para entenderse y entender, la circunstancia que le toca vivir junto a otros. Eso es lo que te puedo contar, el verano está caluroso, la compu sin batería y yo... no sé presentarme en sociedad.
PdI: ¿Qué es la poesía, o por qué poesía?
L.T: Es un oficio, es un trabajo y es una manera de ver el mundo. Esa (definición) es la que más me acerca, todo lo demás me falta.
Debo decir que para que yo llegue a escribir un poema, para que lo llegue a compartir, para que lo llegue a editar, siempre, siempre, siempre hay un camino de solidaridad, de compañerismo, de gente que se enlaza, se me enlazan, me enlazo, de construcción de lazos, que es lo que más me gusta en realidad, mucho más que lo que termina siendo la palabra escrita, aunque después, cuando me releen, cuando otro le presta su voz a lo que yo escribí, me reencuentro con algo de mí que me gusta y me hace sentir que puedo ser útil a otros.
Agrego, porque voy recordando, que el Cristo, Miguel Olivera y Luis Bravo, recibieron unos poemas, por allá por el '85, que yo había trascripto, que saqué de la cana, del penal de Punta de Rieles. Los miraron con muchísimo cuidado, con muchísimo respeto. Incluso a algunos el Cristo me propuso ponerlos en una recopilación que todavía tengo ahí en un estante, “Escritos de la Cárcel”.
PdI: ¿Crees en la poesía combativa? ¿Lo tuyo es poesía combativa? Y si crees en ella, ¿Crees que sirve para algo?
L.T: No, no creo en poesía combativa, creo en gente que combate (risas), que hace cosas. Somos las personas las que cambiamos, la realidad la hacemos... desde los distintos lugares. Sí creo que la poesía es algo necesario en todo ese conjunto de acciones que hacen a la construcción de una sociedad donde todos tengamos derecho a vivir y oportunidad para hacerlo con la mejor de las calidades.
No sé que es mi poesía. Ya te digo, insisto, son decires necesarios. A veces la forma me ayuda al decir pero nunca está antes la forma que lo que quiero transmitir.
En los talleres que he tenido la oportunidad de coordinar, con otros, junto a otros, en lugares como una cárcel o como lugares de reclusión por razones de salud mental o con distintos colectivos jorobados, por la sociedad, ¿no? por el sistema económico, con los que me gusta aprender a hacer poesía, es uno de los textos que trabajo, porque nos aclara por qué necesitamos escribir y para quiénes escribimos.
PdI: Tuviste la oportunidad de ir a Cuba a llevar tus letras, contame un poquito sobre eso.
L.T: En La Habana estuve en la FIL (Feria Internacional del Libro) de 2015, presentando “Palabrotas” y después en el 2016 presentando “De Cautiverios”. La primera vez logré el apoyo de Asuntos Culturales de Relaciones Exteriores. La segunda vez lo pagué yo pero con un acuerdo con la Escuela Nacional de Salud Pública y me pude alojar allí con un costo muy bajo que me permitió sostenerme. En el primer viaje estuve leyendo poesías en la UNIAC, estuve en contacto con un montón de gente linda que fue a la presentación y ahí hicimos encuentros con Nancy Ryal, una licenciada en psicología, que trabajó mucho en comunidad, en psicodrama, y hablando con ella de los talleres que yo hago, talleres de escritura colectiva, me dijo vamos a armar algo para el 2016 y así fue que fui con ella, trabajando con varios grupos de mujeres, asociaciones civiles e incluso un CDR (Comité de la Revolución) de la zona Vedado-Malecón con un grupo de mujeres mayores donde aprendí muchísimo... de la vida, de desde dónde se produce la palabra, de cómo se pelea y se resiste y hay un artículo que salió en la revista Topía, “Tallereando en La Habana”.
Este año tenía ya organizadas algunas actividades con esta gente, la gente de COAP (Centro de Orientación y Atención a la Población) pero no salió el apoyo y esta vez no me pude jugar a ir, pero hay un área de creación desda la poesía, desde la palabra compartida que a mí me hizo crecer muchísimo.
PdI: Uruguay participó en 2016 como invitado de honor en esa Feria. ¿Pediste apoyo?
L.T: Sí, hubo una delegación oficial, elegida desde el MEC, pero yo no estaba dentro de la misma. Antes de que se concretara estuvimos conversando extraoficialmente sobre la posibilidad de un proyecto de intercambio de poetas, pero no cuajó, quizás debimos insistir.
PdI: El feminismo es un interés permanente y una parte importante de tu vida y de tu escritura.
L.T: Qué momento ahora, ¿no? para hablar de feminismo, pero, sí. Hace poco una socióloga me hizo una entrevista, estaba buscando los posibles caminos de encuentro y desencuentro entre el feminismo e izquierdas... y bueno, resulta que formé parte de un grupo que se llamó “Mujeres Socialistas del Uruguay” que de alguna manera intentamos resolver esa tensión. ¿Por qué es una tensión? Feminismo para mí es un movimiento del pensar, el hacer y el sentir, que intenta hacer visible algunas de nuestras construcciones sociales, subjetivas sobre todo, en las que lo femenino queda subordinado a lo masculino, exigiéndole a las dos partes sin duda, pero esa subordinación hace que lleguemos a extremos tales como el usar el cuerpo femenino o feminizado, como un botín de guerra, como una forma de venganza, como un lugar de descarga, como un territorio donde se puede decidir más allá de la voluntad de quien porta ese cuerpo. Feminismo es un movimiento que implica un cambio de lo subjetivo, de las maneras de entender cómo se relacionan las diferencias, para qué son las diferencias, si son sólo para jerarquizar y subordinar o para entretejerse y generar novedades. En esa mirada sobre el feminismo en que yo participé, en distintos grupos, hoy atraviesa mi vida cotidiana. Como te decía, desde tratar de reconocerme en mi locura por ordenar y hacerme cargo de todo lo de la casa hasta constatar que hay zonas de esa misma casa que todavía no están liberadas. Un analizador interesante para mí, más allá de todos los avances es ver como aún en las casas el porcentaje de varones y de mujeres que se hacen cargo de limpiar el baño, es mayor el de las mujeres. Es muy difícil que un varón, aunque se haya transformado en muchas áreas, incluso que cuiden sus hijos, que cocine, que limpie; limpie el baño sin que nadie se lo pida.
PdI: ¿No considerás, y esto sólo a modo de debatirlo y provocar una reflexión, que hay actividades que exclusivamente las hace el hombre y donde la mujer tampoco participa, dígase, a pesar de las contadas excepciones, cambiar una rueda del auto en la ruta, por ejemplo?
L.T: Sí, sí. O la responsabilidad y el peso de proveer, por ejemplo... Por supuesto, el tema es una diferencia anclada en lo biológico desde la cual se construye un sistema de subordinación. No tiene el mismo estatus cambiar una rueda que limpiar el baño. Volvemos a caer en la trampa de las dicotomías. Es desarmar un sistema en el que las diferencias sean justamente el motor de la construcción de la equidad y de la identidad de cada quien.
PdI: Has trabajado mucho con talleres de mujeres, con personas con problemas sociales e incluso en el Hospital Vilardebó. Contame un poquito sobre esa experiencia.
L.T: Fueron talleres de escritura colectiva, fueron para mí un camino de aprendizajes. Es un dispositivo de trabajo, de producción de textos, en general poéticos, que es lo que más me puedo acercar a apoyar, y lo que trabajo por lo general es con colectivos de gente que está jodida por algún lado, o sea, socialmente, ¿no? Grupos de mujeres víctimas de violencia, personas con diagnósticos psiquiátricos, personas con privación de libertad, colectivos de diferentes identidades sexuales, en fin, me gusta. Me gusta llegar y construir con quien en general no tiene una mirada desde ese lugar de profusión de arte, producir momentos que son estéticamente bellos y éticamente también.
Mucho de lo que hoy pienso y repienso y veo en los distintos talleres lo aprendí junto a la querida gente de la Radio Vilardevoz donde recibí de herencia un taller de Literatura, de escritura colectiva donde ellos en primera instancia contaban, transmitían cosas que sentían y después lo iban repensando, apoyándose y criticándose mutuamente. Y a eso le dimos una vueltita más que fue agregar autores, retrabajar textos, generar textos en relación a distintos elementos de la coyuntura, momentos de la coyuntura, sobre todo la lucha por la ley de salud mental, que han tenido una visibilidad y una potencia positiva enorme, y bueno, junto a esa gente que tiene mucho para aprender pero también para enseñar y gran parte de sus haceres alimentaron los míos.
PdI: ¿Qué diferencias hay, si las hay, entre la Lilián de Versos Transgresores y la de ahora de Cántaros de Sombra?
L.T: Bueno, evolución... sí. Uno aprende haciendo. Es la práctica por la cual se produce el conocimiento, el hacer, la devolución de los otros, la propia mirada, distintos momentos. Bueno, este trabajo en el que yo propongo deshacer textos, míos en principio, bueno porque, sobre ellos decidimos, tengo la posibilidad de decidir. Todo este proceso... desde Versos Transgresores hasta ahora o desde Mudanzas que fue lo primero que edité junto a la gente de Paysandú... hay aprendizaje. Parece que aparecen muchas imágenes, sobre todo en Cántaros de Sombra. Que textos que sugieren imágenes, más de una artista plástica (Magalí Cabrera), mujeres, dos o tres ya, me lo han dicho, y algunas artistas del cuerpo, performances (“Adriana y sus Laberintos” con Caro Norando, Tatiana Conde y Magalí Cabrera, basada en “Cántaros de Sombra”), mimos, clown, mujeres también, me han dicho que imaginan movimientos, imaginan situaciones a partir de lo que escriben. Yo no tomé la decisión, pero seguramente fueron escritos mirando sobre todo hacia afuera. Capaz que ese camino de aprendizajes, que te decía, con distintos colectivos y sus distintas formas de encierro y sus distintas formas de encontrar la libertad y construir las condiciones de la libertad... personal, grupal y social. Cántaros de Sombra me parece que tiene esa madurez y esa originalidad. La madurez de poder presentar en imágenes y la madurez de poder presentar un afuera pasado por el riel de la propia experiencia y que habla de una circunstancia o de varias circunstancias que en este momento en el contexto en el que estamos siguen siendo problemas a resolver. Desde el tema de la salud mental hasta la condiciones de privación de libertad, el tema de condiciones de género. Es cierto, allá en Punta Negra cuando lo presentamos, fue definido como de resistencia como poemas de resistencia, de esperanza pero triste y oscuro. También se habló, en ese y otros grupos, de una oscuridad en el sentido de lo profundo, de lo que no siempre uno se detiene a mirar y creo que eso sí tiene Cántaros de Sombra. No es falta de luz, es el otro lado de la luz.
PdI: ¿Y si hablamos de influencias en Lilián Toledo, de quiénes tenemos que hablar?
L.T: de Idea, de Íbero, de Celaya. No sé si son influencia, es lo que me gusta. Yo no me formé en escribir, sólo leí y leí.
PdI: Sobre qué nunca escribirías?
L.T: ¿Sobre qué nunca escribiría? Creo que sobre pelotudeces. No escribiría sólo por la forma, no escribiría sólo por hacerme un lugar. Escribo siempre empujada por tratar de entender (me), entender una circunstancia mía que en general es igual que la tuya o igual que la circunstancia humana que creo que si le encuentro alguna forma de transmisión quien la recibe también puede aportarme a mí y entender.
Una entrevista con tropezones pero sin caídas. Varias veces tuvimos que rehacer y rehacernos con Lilián porque el diablo que no descansa no quería que se terminara. Nos llevó tiempo, reiniciamos charlas, pero creo que el resultado es altamente disfrutable para quien gusta y disfruta de la poesía y sus creadores.
NOTA: Javier Dos Santos para POETAS DEL INTERIOR.
LILIÁN TOLEDO FULCO: "EL OTRO LADO DE LA LUZ"
POETAS WHATSAPPEADOS. Ciclo de entrevistas de Poetas del Interior (PdI).
Inquieta, curiosa, rebelde, combativa, amiga, feminista, una larga lista de características que hacen de Lilián una mujer a ser atendida, escuchada. Camina de la mano de la poesía, tanto como coordinadora de talleres, o como creadora, asida de la astucia, de la impronta independiente, contradiciendo y contraponiéndose a dudas y a rechazos en este mundillo absurdo acaparado por unos pocos que se creen “elegidos”.
POETAS DEL INTERIOR: A modo de presentación, ¿Quién es Lilián Toledo?
LILIÁN TOLEDO: Todavía voy siendo... Nací en los inicios de los '60, pasé por un país con dictadura, me sentí obligada, o convocada a hacer algo para cambiar esa circunstancia. Lo hice. Estuve detenida, conocí a mucha gente muy respetable, con muchos errores, con muchos límites y con mucho para dar. Ahí me enseñaron la técnica, con profesoras, con Sonia Fossatti, que falleció hace unos años, Profesora de Literatura, excelente persona. Con ella en las tardes de siesta en la barraca me dedicaba su tiempo para enseñarme a escribir poesía, a hablarme de distintos autores. Nací en el Cerrito de la Victoria, ese es el escenario. Mi viejo trabajó en C.U.T.C.S.A. toda su vida, más de 40 años. Tuve tres abuelas, tengo muchas amigas, muchos amigos, una nueva pareja, una hija que nació de una pareja anterior, elegida, querida. De mi madre heredé el amor por la lectura, sentir que un libro siempre es un misterio por desvelar, siempre un oráculo, casi.
De mi vieja también, siempre muy cuidadosa y respetuosa, aprendí el valor de la palabra escrita. Ella me escribía cartitas cuando quería transmitirme algo relevante. Por eso valoro la palabra cuando es escrita con cuidado o con dedicación y creo que siempre tiene que transmitir algo. No solo la forma sino el para qué y el para quién, siempre el otro está presente en lo que uno escribe. De ahí, de esa síntesis, es que yo empiezo a intentar escribir poemas leyendo a Idea Vilariño, a la generación del '45. Y yo diría que no son poemas todavía, van siendo, también igual que yo, que son, sin duda sí, decires necesarios. A partir de los 30, con otros profes, compañeros de camino, de Paysandú, amigos de Víctor (Dantaz), me animé a empezar editar. A los 50 edité el primer libro, “Versos Transgresores”, pero los papelitos de mi vieja, esos que guarda, dicen que escribo desde los 18 por lo menos. Así que cincuentona, feminista, militante, que escribe para entenderse y entender, la circunstancia que le toca vivir junto a otros. Eso es lo que te puedo contar, el verano está caluroso, la compu sin batería y yo... no sé presentarme en sociedad.
PdI: ¿Qué es la poesía, o por qué poesía?
L.T: Es un oficio, es un trabajo y es una manera de ver el mundo. Esa (definición) es la que más me acerca, todo lo demás me falta.
Debo decir que para que yo llegue a escribir un poema, para que lo llegue a compartir, para que lo llegue a editar, siempre, siempre, siempre hay un camino de solidaridad, de compañerismo, de gente que se enlaza, se me enlazan, me enlazo, de construcción de lazos, que es lo que más me gusta en realidad, mucho más que lo que termina siendo la palabra escrita, aunque después, cuando me releen, cuando otro le presta su voz a lo que yo escribí, me reencuentro con algo de mí que me gusta y me hace sentir que puedo ser útil a otros.
Agrego, porque voy recordando, que el Cristo, Miguel Olivera y Luis Bravo, recibieron unos poemas, por allá por el '85, que yo había trascripto, que saqué de la cana, del penal de Punta de Rieles. Los miraron con muchísimo cuidado, con muchísimo respeto. Incluso a algunos el Cristo me propuso ponerlos en una recopilación que todavía tengo ahí en un estante, “Escritos de la Cárcel”.
PdI: ¿Crees en la poesía combativa? ¿Lo tuyo es poesía combativa? Y si crees en ella, ¿Crees que sirve para algo?
L.T: No, no creo en poesía combativa, creo en gente que combate (risas), que hace cosas. Somos las personas las que cambiamos, la realidad la hacemos... desde los distintos lugares. Sí creo que la poesía es algo necesario en todo ese conjunto de acciones que hacen a la construcción de una sociedad donde todos tengamos derecho a vivir y oportunidad para hacerlo con la mejor de las calidades.
No sé que es mi poesía. Ya te digo, insisto, son decires necesarios. A veces la forma me ayuda al decir pero nunca está antes la forma que lo que quiero transmitir.
En los talleres que he tenido la oportunidad de coordinar, con otros, junto a otros, en lugares como una cárcel o como lugares de reclusión por razones de salud mental o con distintos colectivos jorobados, por la sociedad, ¿no? por el sistema económico, con los que me gusta aprender a hacer poesía, es uno de los textos que trabajo, porque nos aclara por qué necesitamos escribir y para quiénes escribimos.
PdI: Tuviste la oportunidad de ir a Cuba a llevar tus letras, contame un poquito sobre eso.
L.T: En La Habana estuve en la FIL (Feria Internacional del Libro) de 2015, presentando “Palabrotas” y después en el 2016 presentando “De Cautiverios”. La primera vez logré el apoyo de Asuntos Culturales de Relaciones Exteriores. La segunda vez lo pagué yo pero con un acuerdo con la Escuela Nacional de Salud Pública y me pude alojar allí con un costo muy bajo que me permitió sostenerme. En el primer viaje estuve leyendo poesías en la UNIAC, estuve en contacto con un montón de gente linda que fue a la presentación y ahí hicimos encuentros con Nancy Ryal, una licenciada en psicología, que trabajó mucho en comunidad, en psicodrama, y hablando con ella de los talleres que yo hago, talleres de escritura colectiva, me dijo vamos a armar algo para el 2016 y así fue que fui con ella, trabajando con varios grupos de mujeres, asociaciones civiles e incluso un CDR (Comité de la Revolución) de la zona Vedado-Malecón con un grupo de mujeres mayores donde aprendí muchísimo... de la vida, de desde dónde se produce la palabra, de cómo se pelea y se resiste y hay un artículo que salió en la revista Topía, “Tallereando en La Habana”.
Este año tenía ya organizadas algunas actividades con esta gente, la gente de COAP (Centro de Orientación y Atención a la Población) pero no salió el apoyo y esta vez no me pude jugar a ir, pero hay un área de creación desda la poesía, desde la palabra compartida que a mí me hizo crecer muchísimo.
PdI: Uruguay participó en 2016 como invitado de honor en esa Feria. ¿Pediste apoyo?
L.T: Sí, hubo una delegación oficial, elegida desde el MEC, pero yo no estaba dentro de la misma. Antes de que se concretara estuvimos conversando extraoficialmente sobre la posibilidad de un proyecto de intercambio de poetas, pero no cuajó, quizás debimos insistir.
PdI: El feminismo es un interés permanente y una parte importante de tu vida y de tu escritura.
L.T: Qué momento ahora, ¿no? para hablar de feminismo, pero, sí. Hace poco una socióloga me hizo una entrevista, estaba buscando los posibles caminos de encuentro y desencuentro entre el feminismo e izquierdas... y bueno, resulta que formé parte de un grupo que se llamó “Mujeres Socialistas del Uruguay” que de alguna manera intentamos resolver esa tensión. ¿Por qué es una tensión? Feminismo para mí es un movimiento del pensar, el hacer y el sentir, que intenta hacer visible algunas de nuestras construcciones sociales, subjetivas sobre todo, en las que lo femenino queda subordinado a lo masculino, exigiéndole a las dos partes sin duda, pero esa subordinación hace que lleguemos a extremos tales como el usar el cuerpo femenino o feminizado, como un botín de guerra, como una forma de venganza, como un lugar de descarga, como un territorio donde se puede decidir más allá de la voluntad de quien porta ese cuerpo. Feminismo es un movimiento que implica un cambio de lo subjetivo, de las maneras de entender cómo se relacionan las diferencias, para qué son las diferencias, si son sólo para jerarquizar y subordinar o para entretejerse y generar novedades. En esa mirada sobre el feminismo en que yo participé, en distintos grupos, hoy atraviesa mi vida cotidiana. Como te decía, desde tratar de reconocerme en mi locura por ordenar y hacerme cargo de todo lo de la casa hasta constatar que hay zonas de esa misma casa que todavía no están liberadas. Un analizador interesante para mí, más allá de todos los avances es ver como aún en las casas el porcentaje de varones y de mujeres que se hacen cargo de limpiar el baño, es mayor el de las mujeres. Es muy difícil que un varón, aunque se haya transformado en muchas áreas, incluso que cuiden sus hijos, que cocine, que limpie; limpie el baño sin que nadie se lo pida.
PdI: ¿No considerás, y esto sólo a modo de debatirlo y provocar una reflexión, que hay actividades que exclusivamente las hace el hombre y donde la mujer tampoco participa, dígase, a pesar de las contadas excepciones, cambiar una rueda del auto en la ruta, por ejemplo?
L.T: Sí, sí. O la responsabilidad y el peso de proveer, por ejemplo... Por supuesto, el tema es una diferencia anclada en lo biológico desde la cual se construye un sistema de subordinación. No tiene el mismo estatus cambiar una rueda que limpiar el baño. Volvemos a caer en la trampa de las dicotomías. Es desarmar un sistema en el que las diferencias sean justamente el motor de la construcción de la equidad y de la identidad de cada quien.
PdI: Has trabajado mucho con talleres de mujeres, con personas con problemas sociales e incluso en el Hospital Vilardebó. Contame un poquito sobre esa experiencia.
L.T: Fueron talleres de escritura colectiva, fueron para mí un camino de aprendizajes. Es un dispositivo de trabajo, de producción de textos, en general poéticos, que es lo que más me puedo acercar a apoyar, y lo que trabajo por lo general es con colectivos de gente que está jodida por algún lado, o sea, socialmente, ¿no? Grupos de mujeres víctimas de violencia, personas con diagnósticos psiquiátricos, personas con privación de libertad, colectivos de diferentes identidades sexuales, en fin, me gusta. Me gusta llegar y construir con quien en general no tiene una mirada desde ese lugar de profusión de arte, producir momentos que son estéticamente bellos y éticamente también.
Mucho de lo que hoy pienso y repienso y veo en los distintos talleres lo aprendí junto a la querida gente de la Radio Vilardevoz donde recibí de herencia un taller de Literatura, de escritura colectiva donde ellos en primera instancia contaban, transmitían cosas que sentían y después lo iban repensando, apoyándose y criticándose mutuamente. Y a eso le dimos una vueltita más que fue agregar autores, retrabajar textos, generar textos en relación a distintos elementos de la coyuntura, momentos de la coyuntura, sobre todo la lucha por la ley de salud mental, que han tenido una visibilidad y una potencia positiva enorme, y bueno, junto a esa gente que tiene mucho para aprender pero también para enseñar y gran parte de sus haceres alimentaron los míos.
PdI: ¿Qué diferencias hay, si las hay, entre la Lilián de Versos Transgresores y la de ahora de Cántaros de Sombra?
L.T: Bueno, evolución... sí. Uno aprende haciendo. Es la práctica por la cual se produce el conocimiento, el hacer, la devolución de los otros, la propia mirada, distintos momentos. Bueno, este trabajo en el que yo propongo deshacer textos, míos en principio, bueno porque, sobre ellos decidimos, tengo la posibilidad de decidir. Todo este proceso... desde Versos Transgresores hasta ahora o desde Mudanzas que fue lo primero que edité junto a la gente de Paysandú... hay aprendizaje. Parece que aparecen muchas imágenes, sobre todo en Cántaros de Sombra. Que textos que sugieren imágenes, más de una artista plástica (Magalí Cabrera), mujeres, dos o tres ya, me lo han dicho, y algunas artistas del cuerpo, performances (“Adriana y sus Laberintos” con Caro Norando, Tatiana Conde y Magalí Cabrera, basada en “Cántaros de Sombra”), mimos, clown, mujeres también, me han dicho que imaginan movimientos, imaginan situaciones a partir de lo que escriben. Yo no tomé la decisión, pero seguramente fueron escritos mirando sobre todo hacia afuera. Capaz que ese camino de aprendizajes, que te decía, con distintos colectivos y sus distintas formas de encierro y sus distintas formas de encontrar la libertad y construir las condiciones de la libertad... personal, grupal y social. Cántaros de Sombra me parece que tiene esa madurez y esa originalidad. La madurez de poder presentar en imágenes y la madurez de poder presentar un afuera pasado por el riel de la propia experiencia y que habla de una circunstancia o de varias circunstancias que en este momento en el contexto en el que estamos siguen siendo problemas a resolver. Desde el tema de la salud mental hasta la condiciones de privación de libertad, el tema de condiciones de género. Es cierto, allá en Punta Negra cuando lo presentamos, fue definido como de resistencia como poemas de resistencia, de esperanza pero triste y oscuro. También se habló, en ese y otros grupos, de una oscuridad en el sentido de lo profundo, de lo que no siempre uno se detiene a mirar y creo que eso sí tiene Cántaros de Sombra. No es falta de luz, es el otro lado de la luz.
PdI: ¿Y si hablamos de influencias en Lilián Toledo, de quiénes tenemos que hablar?
L.T: de Idea, de Íbero, de Celaya. No sé si son influencia, es lo que me gusta. Yo no me formé en escribir, sólo leí y leí.
PdI: Sobre qué nunca escribirías?
L.T: ¿Sobre qué nunca escribiría? Creo que sobre pelotudeces. No escribiría sólo por la forma, no escribiría sólo por hacerme un lugar. Escribo siempre empujada por tratar de entender (me), entender una circunstancia mía que en general es igual que la tuya o igual que la circunstancia humana que creo que si le encuentro alguna forma de transmisión quien la recibe también puede aportarme a mí y entender.
Una entrevista con tropezones pero sin caídas. Varias veces tuvimos que rehacer y rehacernos con Lilián porque el diablo que no descansa no quería que se terminara. Nos llevó tiempo, reiniciamos charlas, pero creo que el resultado es altamente disfrutable para quien gusta y disfruta de la poesía y sus creadores.
NOTA: Javier Dos Santos para POETAS DEL INTERIOR.
gracias!
ResponderEliminargracias!
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